En el fondo del cajón.

Isa está limpiando en el dormitorio del muerto, ayudada por una vecina. Llevan doble guante y mascarillas, pero las arcadas son muy intensas e Isa se ve obligada a abandonar la tarea. La mujer baja corriendo las escaleras y sale a la calle a respirar, ha vomitado y se encuentra un poco más tranquila para entrar. Busca la documentación de su tío para solucionar en cuánto pueda todo el papeleo que conlleva que una persona abandone este mundo. Abre uno de los cajones, y encuentra facturas, informes médicos, fotos comprometidas que le causan una carcajada extraña, y dibujos de acuarela, muy simples, casi todos iguales, trazos de una mujer triste o de un gato. Revolviendo llega al fondo del cajón dónde encuentra una libreta. Es la letra de Juan, guarda el cuadernillo en su bolso para leer después de que se vaya la vecina. Sube a darle las gracias y se despiden cerrando la puerta de la entrada. Isa se va a la playa y abre la libreta, por supuesto hay un dibujo de un gato y empieza a leer.

“Esta semana Camilo ha bebido mucho y yo también. Me da ha dado una paliza que no se me olvidará nunca. Si no me hubiera escapado, me mata. Además, me ha dejado fuera en el porche, no es la primera vez que lo hace. Toda la noche en el porche, hacía muchísimo frío. La vecina me ha prestado una cazadora y una manta, y de cena, me dio un taper de pasta con tomate, pero no me lo he comido porque no tenía cerveza.”

“Camilo me ha pedio perdón, siempre lo hace, pero se le olvida, lleva años pegándome, cada vez va a más, no puedo soportar esto más. No me deja llamar por teléfono a nadie, ni siquiera a Isa”.

“Estoy borracho desde por la mañana, cerveza con hielo a todas horas. Camilo está cada vez más agresivo y me da pena porque está muy enfermo del corazón, pero quién va querer ayudar a un borracho, no somos de fiar. La vecina que antes era nuestra amiga, Camilo no sabe que hablo con ella todos los días, me ha aconsejado que lo denuncie, dice que yo soy un loco depresivo y alcohólico, pero no peligroso, y que Camilo es un psicópata desatado, pero si lo denuncio va a ser peor, creo que lo voy a envenenar”

“Hoy ha estado especialmente agradable, pero le eché su dosis de matarratas en la sopa de pescado que tanto le gusta. Cómo me descubra, no sé qué haré. Se lo ha comido todo con un gusto y después encima quería sexo, si casi no se puede mover.”

“Últimamente parece otro, no tiene ganas ni de beber su whisky. Vomita todos los días, pero no quiere ir al médico ni que lo llame. Yo cada día hago lo mismo, me emborracho, lo enveneno y lo cuido. Es absurdo, lo sé, lo quiero o no lo quiero, no sé, llevo cuarenta y seis años con él, pero si al final se muere… ¿me estaré pasando? La verdad es que prefiero bañarlo, limpiarle los vómitos, la mierda y el pis. Es más fácil así porque me deja en paz.”

“Estoy en un punto que no me puede controlar, he conectado la clavija del teléfono cuando dormía una siesta larguísima y he llamado a Isa, a mi hermana Rosa, a algunos de mis sobrinos y a mi amiga Pilar. Qué bien lo he pasado. Nadie me preguntaba por Camilo, les habría sorprendido saber que no estaba en el otro teléfono escuchando todas mis conversaciones como hacía antes. Se ha despertado cagado y de muy mal humor, así que le he echado tres orfidales machacados en el whisky y ha caído al momento”.

“Parece que el matarratas hace su efecto. Yo insisto en llamar a la ambulancia, pero él se niega dice que como vengan y me vean, te van a ingresar en un psiquiátrico y, entonces, dice que quién lo va a cuidar. Cómo me he reído, me ha tirado un cenicero de mármol que he esquivado, le he puesto su whisky con una mezcla de orfidal y lexatines. Sí, quizás eso tenía que haber pasado antes, lo de ingresar en el psiquiátrico, pero ahora ya es tarde. No lo puedo dejar solo, está a punto de morir y yo quiero verlo. He estado la tarde escuchando los discos mientras él roncaba y babeaba en el sofá.”

“Esta mañana estaba muerto en la cama, que mal olía y muy frío. No sabía qué hacer, así que me he tomado un litro de cerveza con hielo para desayunar con dos lexatines. He llamado a la puerta de la vecina y le he pedido ayuda entre lágrimas impostadas. Luego ha venido la ambulancia y se lo han llevado, han certificado la muerte natural por parada cardiorrespiratoria. Hoy no he parado de beber”

“Ha pasado un mes desde que murió Camilo, tengo aún por ahí sus cenizas, no sé qué hacer con ellas. Hoy estoy hundido, muy solo. No sé conducir, no sé arreglar la tele, no se poner la calefacción. No me acuerdo de la elaboración de las comidas, no se poner el lavavajillas. No sé qué me está pasando, no tengo fuerzas ni para limpiar. Casi no pinto “

“He llamado a mi hermana Rosa y hemos hablado cinco minutos, hace diez años que no nos vemos. Ella tiene muchos problemas, está muy deprimida, pero al menos sus hijas e hijos están pendientes. Le he contado que hace dos meses murió Camilo, se me había olvidado decirlo a la familia. Isa, su hija, mi sobrina, me ha llamado. Es con la que siempre he tenido más contacto, todo lo que he podido, y los últimos años lo que me permitía Camilo. Se ha presentado por la tarde en casa y ha estado unos días conmigo, parece ser que yo no había hecho ninguno de los papeles para la pensión, ni los del banco. No sabía que tenía que hacerlo, y la verdad es que me quedaban 50 euros”

“He pasado dos días en el Hospital, sí había intentado ahorcarme tirándome por el balcón de la habitación, pero no salió bien, la cuerda debía de estar en mal estado y se rompió. Los días anteriores había estado Isa a verme, aunque se iba a un hotel a dormir. Salimos, paseamos, bebimos y bailamos. Qué feliz me sentí esos días, alguien me trataba bien. Pero se fue, vive a cuatrocientos kilómetros y tiene dos hijos.”

“Isa dice que va a venir el jueves de la semana que viene y que estará cuatro días en un hotel cercano. Lo entiendo, la casa tiene mucha mierda y huele mal y yo, aunque quiero, no puedo limpiar. He ido al Mercadona a comprar cervezas, hielo y café. Estoy contento, he encontrado un chico que me gusta, se llama Antonio, llevo dos meses con él. Me trata bien, le encanta la comida que le dejo en el porche, aunque a veces no tiene hambre y se queda podrida fuera. Y entonces reconozco que me enfado con él y le digo “joder, Antonio cómetelo que me he tirado toda la mañana haciendo el guiso”. Pasamos las tardes en casa, yo dibujando gatos y mujeres tristes y el sentado mirando.”

“Antonio e Isa se llevan muy bien. No les he oído ni una palabra entre ellos que tenga la más mínima mala intención, aunque mi sobrina, a veces, bromeando hace como si no lo oyera, sobre todo cuando Antonio dice algo que no me gusta y lo regaño. Y le digo, Isa alguna vez tendremos que discutir. Antonio es muy educado y calla. Pero Isa insiste en que no lo oye y a veces que no lo ve. Espero que esto sea una broma porque Antonio es la persona más importante de mi vida y lo quiero, aunque tenga mujer e hijo”

“He dormido fatal, una pesadilla me ha perturbado toda la noche. Isa me seguía por la playa y yo me metía al mar, no sé nadar, para evitarla porque me quería decir algo: “Antonio no existe, lo has inventado”. Al despertar, Antonio no estaba por ningún lado, y lo he llamado al móvil y me ha respondido diciendo que hacía meses que no hablábamos desde que Héctor su hijo dejó las clases de dibujo que le daba. No entiendo nada, voy a tomar cerveza con hielo y a arreglar la cortina del dormitorio, la barra se ha salido y está a punto de caerse. Mañana llamaré a Isa para contarle la pesadilla”.

Al día siguiente de escribir esto Isa dejó de saber de su tío, tres días después recibió una llamada de la Guardia Civil, nadie en el pueblo había visto a su tío en los lugares donde solía ir, el estanco y el Mercadona, y querían entrar en casa para ver si estaba bien. Isa tras colgar coge el coche y marcha hacía allí, entrega la llave de la casa de su tío y los agentes lo encuentran muerto con un golpe en la cabeza encima de la cama del dormitorio. Un accidente doméstico con resultado de muerte.

Se ha ido la Guardia Civil, se ha ido la Comisión Judicial y se ha ido la ambulancia. Isa ha cerrado la puerta y se ha marchado al hotel. Mañana tendrá que entrar a la casa, encontrar la libreta y conocer la triste historia de su amado tío que asesinó a su pareja para estar en paz y que, cuando lo consiguió, ya era demasiado tarde, había enloquecido.

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